Domingo Jiménez Beltrán – Patrono fundador de la Fundación Renovables
La reciente Cumbre de Cambio Climatico de Naciones Unidas que ha acogido la ciudad de Bonn (COP23) ha confirmado, después de la mejora en los augurios de la COP21 de París de 2015, que nuestros mandatarios siguen condicionados y frenados por los intereses económicos ligados a la economía fósil, las empresas energéticas, las eléctricas, las automovilísticas… Las presiones de sus potentes oligopolios ralentizan continuamente la inexorable descarbonización de la economía y con ello no solo la mitigación del cambio climático, cuyas consecuencias aparecen ya como devastadoras, sino también la de la contaminación atmosférica de nuestras ciudades que sigue mostrándose inadmisible y afectando seriamente a nuestra salud y calidad de vida.
Una muestra evidente de esta resistencia al cambio es la posición mostrada durante la COP por muchos países contrarios al cierre de las centrales térmicas alimentadas por el más contaminante de los combustibles fósiles, el carbón; entre estos países están algunos europeos como España o Polonia y uno tan señero en su transición energética como Alemania. Otra muestra la encontramos en las noticias recientes sobre las presiones empresariales y sindicales del sector automovilístico español para que el Gobierno se tome con calma la también inexorable introducción de los vehículos eléctricos.
Y lo más irresponsable e inadmisible de esta inacción, también en la UE aunque lo sea en menor grado, es que este proceso de abandono de los combustibles fósiles y su sustitución por energías de fuentes renovables no solo tiene ventajas ambientales sino también económicas (costes menores y en continua caída y más si se internalizan costes ambientales), sociales (más empleo, energías más seguras y accesibles, autóctonas e integrables en el entorno) y estratégicas (seguridad de suministro) de las que se benefician principalmente los ciudadanos y las ciudades, las cuales pueden convertirse no solo en espacios urbanos limpios, habitables e incluso autosuficientes energéticamente.
Siendo los ciudadanos y las ciudades los principales perjudicados por la inacción política y los agentes principales y beneficiarios del modelo alternativo ¿a qué esperamos? O mejor, ¿por qué tenemos que esperar a que nuestros mandatarios superen su confusión – que la tienen y mantienen – sobre los intereses generales y los de los oligopolios y sectores económicos dominantes? Y más sabiendo que cuando la superen será demasiado tarde, sobre todo para hacer de que el cambio climático pase de ser un desafío a una oportunidad o “clímax para el cambio”.
Quien no lo crea que se atreva a ojear los dos incontrovertibles informes de la Agencia Europea de Medio Ambiente, “Lecciones tardías de alertas tempranas”, que recoge ejemplos de desastres ambientales, con daños a la naturaleza y la salud que, pese a ser conocidos suficientemente durante años y decenios, tuvieron una respuesta tardía que impidió en muchos casos evitar los daños. El cambio climático es ya el desastre a cuyos impactos más tiempo hemos tardado en responder (hace mas de 120 años que ya lo predijo con bastante precisión Arrhenius) y, a este paso, va a ser con diferencia el más devastador. La experiencia da por buenas dos de las lecciones de estos informes en las que se recogen las razones de esta tardía e irresponsable falta de respuesta, la de existencia de intereses económicos dominantes ligados al desastre y la de su cercanía o cohabitación con el poder.
Sabemos ya claramente que nuestros mandatarios y nuestros gobiernos (y en particular el español, que es el que nos concierne en primer lugar) no solo han actuado irresponsablemente, sino que van a seguir haciéndolo (en el caso español se está poniendo freno incluso a las empresas que por unas u otras razones se “postulan como parte de la solución”, como en el caso de las que pretenden cerrar sus centrales de carbón, o nucleares). Y entonces, ¿a qué esperamos para exigir que, reconocida su inacción y paralización, al menos “empoderen” a las ciudades y a los ciudadanos para pasar a la acción a tope y sin concesiones? Así haríamos buenas las declaraciones del Presidente Macron (en caso de que él no lo consiga) durante COP23 en las que afirmaba que “solo tenemos un horizonte, emisiones cero”, o sea descarbonización total de la economía, y “solo tenemos una obsesión, la acción”.
Una llamada a la acción ciudadana obligada por el ventajoso cambio energético ante el desastroso cambio climático. Una llamada a:
- Exigir que en el reforzamiento del pilar social en la UE que ahora se pretende, según lo acordado en el último Consejo Europeo, se incluya entre los nuevos derechos sociales el derecho a la energía accesible y sostenible y que sea contra derecho la resistencia a la descarbonización.
- Exigir que se regule a nivel comunitario el derecho al autoconsumo de modo que los ciudadanos, las comunidades de vecinos, los municipios, los polígonos industriales, las industrias, los agricultores, etc. puedan producir y consumir su propia energía eléctrica de fuentes renovables, pasando de productores a consumidores; se superarían así regulaciones restrictivas como la española o de otras EMs influidas por el llamado “Lobby Margritt” de empresas energéticas y eléctricas europeas que ven en el autoconsumo una amenaza, como lo es, a su situación dominante. Una regulación favorable, no restrictiva como la actual podría permitir solo en viviendas el cuadruplicar la potencia instalada fotovoltaica en España.
- Exigir que se regule y promocione a nivel comunitario el balance neto, es decir, el generar la misma energía que se consume a todos los niveles y en particular a nivel de municipios que pueden aspirar a la “autosuficiencia conectada”, concepto bien desarrollado por Juan Requejo Liberal para ámbitos territoriales y mas allá de la energía, y que es básico para reducir su vulnerabilidad en todo los ámbitos e incrementar su resiliencia , incluyendo la remunicipalización de las redes eléctricas y su gestión como servicio municipal. Lo ha demostrado el caso de la Región de Murcia, donde los 14,4km2 de tejados pueden albergar suficientes paneles como para generar todo el consumo eléctrico residencial prácticamente en cada uno de sus municipios. Las ciudades pueden aspirar a alcanzar “emisiones cero”, libres de contaminación atmosférica y neutras en contribución al cambio climático a corto o medio plazo como se ha comprometido Copenhague que lo alcanzara ya en 2025. Basta con aplicar la propuesta de la Fundación Renovables “Ciudades con Futuro” y así “renovarse con energía”.
- Exigir que, en las subastas públicas de capacidad de generación eléctrica en España, se reserve una parte significativa a la generación distribuida y en régimen de autoconsumo.
- Exigir que España, siguiendo la iniciativa de otros países como Noruega, Dinamarca y en menor grado Francia o Alemania, ponga ya fecha límite tanto para prohibir la comercialización de vehículos con carburantes fósiles (no más allá de 2030) como para su desaparición de la circulación, introduciendo al mismo tiempo incentivos significativos para la adquisición y uso de vehículos eléctricos provisionados por ingresos fiscales disuasorios para la adquisición y uso de vehículos con carburantes fósiles.
El cumplimiento de estas exigencias en parte significativa sería suficiente para darle la vuelta al actual desequilibrio de poderes en materia energética, empoderar a las ciudades y a los ciudadanos y pasar verdaderamente de la inacción a la acción en un proceso ilusionante y fuertemente disruptivo frente al freno actual.
Dejo abierta esta la lista que deberíamos ir completando para ultimar un “Manifiesto para la acción ciudadana y de las ciudades en materia energética y para la mitigación del cambio climático” con el fin de superar la inanición política y gubernamental.
Por supuesto, la mayoría de las exigencias las traslado a nivel comunitario por el momento porque aquí en España no tiene sentido hacerlas mientras continúe el Gobierno actual. También porque, en cualquier caso, la mayor eficacia en las acciones y los mayores beneficios vendrían del desarrollo de una verdadera Política Energética Común, con más razones que la Política Agrícola, y colocando al ciudadano en el centro como se auspicia en el proyecto en curso de Union Energética de la UE. La UE y con ella España se podrían “renovar con energía” ya que si la energía cambia todo cambia y más si es “empoderando a los ciudadanos con energía”.
Fuente: Blog 20 minutos.