Domingo Jiménez Beltrán – Patrono fundador de la Fundación Renovables
Gran parte de los vehículos adquiridos en 2017 tienen ya fecha de caducidad por las emisiones de los combustibles fósiles.
Hay que imaginar el futuro para decidir en el presente. Esto sirve también para cuando uno decide comprarse un coche. Es evidente que el futuro será sostenible o no tendremos futuro; es evidente que inexorablemente el sistema energético español será en solo tres décadas descarbonizado (y desnuclearizado) y desenergizado, es decir sin carburantes ni combustibles fósiles ni nucleares; y, es evidente que será mucho más eficaz (para lo necesario) y eficiente (con menos uso de recursos) en el consumo de energía.
Para alcanzar este escenario la economía en general tendrá que ser descarbonizada (y para ello muy desenergizada y desmaterializada) incluyendo la industria, la agricultura, el transporte, nuestras ciudades, nuestros edificios, los vehículos, etc. Todo ello exige cambios drásticos ya en esta década, antes de 2030, que se considera el horizonte más desafiante pues supone acciones rupturistas, cambios de prioridades y revertir tendencias muchas de ellas muy establecidas, y lo exige ¡ya!.
El aviso a navegantes a inversores en general, aunque también — y esto es clave— a los ciudadanos y consumidores en general, es que se tiene que tener en cuenta este futuro inexorable a la hora de decidir inversiones en proyectos o empresas e incluso muchos de los gastos en bienes durables.
Se tiene que tener en cuenta este futuro inexorable a la hora de decidir inversiones en proyectos o empresas e incluso muchos de los gastos en bienes durables.
Quien no lo haga no podrá quejarse de la pérdida de uso o de valor de los mismos o aún menos de lucro cesante debido a medidas cada vez más estrictas o restrictivas con respecto a actividades empresariales o productos directa o indirectamente ligados a las energías fósiles o ante medidas que requieran limitaciones para hacer operativa esta transición hacia la energía y economía sostenible, ecológica, verde…o como se le quiera llamar.
Para muestra de los errores que se pueden cometer basta citar los más evidentes como son las inversiones directas en los llamados activos fósiles incluyendo los proyectos o actividades de prospección, explotación, procesado y aprovechamiento de combustibles y carburantes fósiles: carbón, petróleo, gas…
Pero estas líneas quieren llamar la atención sobre otros posibles errores. Porque, aun siendo ya evidentes los riesgos puesto que hablamos de inversiones o productos con fecha de caducidad, no lo son tanto para todo el mundo. A diferencia de los inversores a los que hacía referencia en el párrafo anterior (en los que los agentes son profesionales o en todo caso más avezados en inversiones) los riesgos que quiero exponer implican a personas, usuarios y consumidores menos experimentados en gestionarlos y se refieren sobre todo a sectores en este momento en gran expansión como el del automóvil o el inmobiliario, sectores que son indicadores e incluso vectores de salida de la crisis lo que está motivando una gran presión desde la oferta. Dejaré el sector inmobiliario para otro artículo.
Adquisición de vehículos
En 2017 se matricularon en España casi 1,3 M de vehículos, el máximo en una década, por un valor de más de 21.000 M€. Se vendieron más coches y de media más caros (más del 40% de más de 30.000 € y casi un 12% de más de 60.000 €).
De estos, casi un 50% fueron todavía vehículos Diesel y solo menos del 1% (menos de 10.000) fueron eléctricos puros, que sumados a los híbridos superaron el 5% (unos 60.000, 80% más que en 2016) mientras que los de gas (GNC, Gas Natural Comprimido y GLP, Gas Licuado de Petróleo) sumados, no llegaron al 0,4% (unos 5.000), sobre todo GLP que es más contaminante.
Casi un 50% fueron todavía vehículos Diesel y solo menos del 1% (menos de 10.000) fueron eléctricos puros, que sumados a los híbridos superaron el 5%.
Esta es una información para los muchos que cometieron el error (aunque pudieron tener otras razones a las aquí consideradas) de adquirir vehículos Diésel en 2017 y un aviso para los que lo piensan hacer en 2018: que sepan que su vehículo tiene fecha de caducidad y que la previsión es que su circulación urbana puede restringirse ya sobre todo en situaciones de alta contaminación y hasta prohibirse en el centro de muchas de las grandes ciudades europeas en particular a partir de 2025, año en que según el Presidente de Volkswagen España culminara el vuelco tecnológico en la industria del automóvil y en el que países como Noruega no permitirán que se comercialicen vehículos con carburantes fósiles (los vehículos eléctricos matriculados en Noruega ya superaron al resto en 2017) mientras que Hamburgo pretende convertirse pronto en “ciudad libre de coches” contaminantes.
Y otro dato para casi todo el resto, los que no compraron vehículos eléctricos puros y no lo piensan hacer en 2018, o sea casi la otra mitad: Que sepan que sus vehículos tienen también fecha de caducidad, aunque más diferida que los Diesel en este orden aproximado, primero los de gasolina, seguidos por los de GLP, GNC e híbridos y por último los híbridos enchufables.
Algunos de ellos podrán prorrogar su vida si introducen en algún momento cambios significativos en sus vehículos (excepto en el caso de GNC) para poder pasar de usar carburantes fósiles a biogás y en particular a gas de síntesis (metano, obtenido por gasificación de residuos orgánicos o por hidrólisis y síntesis utilizando los excedentes eléctricos de renovables) aunque para este viaje no se necesitaban alforjas.
Así que a la hora de adquirir ahora un “vehículo con futuro” hay que pensar en este nuevo futuro descarbonizado (y con ello descontaminado por las emisiones que acompañan el CO2 fósil); un futuro, por otro lado, mucho más prometedor.
Así que a la hora de adquirir ahora un “vehículo con futuro” hay que pensar en este nuevo futuro descarbonizado
La forma más segura de acertar es sin duda adquirir un vehículo eléctrico, aunque por el momento su precio puede ser considerado un elemento limitador (como ocurrió al inicio con las renovables y en particular con la fotovoltaica) por el mayor coste inicial de dichos vehículos, precio lastrado sobre todo por el alto precio de las baterías, reticencia a la que se puede unir el factor de su autonomía todavía limitada y la red de recarga todavía reducida.
En cuanto al precio, teniendo en cuenta que con los eléctricos pasa como con las placas fotovoltaicas, una vez hecha la inversión el consumo energético y coste luego por km es muy bajo. Consumen menos de 0.1 kwh /km, con un coste de menos de 1 céntimo de euro si se autoproduce con Fotovoltaica y un máximo de 2 c€ si se compra de la red.
Esto significa que, al menos si hablamos de inversión, un 40% de españoles que pagaron más de 30.000€ por su automóvil en 2017 podían haberse permitido uno eléctrico, un coche con futuro, y no lo hicieron, y si hablamos de los costes durante su vida en uso es muy probable que más de un 70% / 80% de los compradores con una financiación adecuada les hubiera salido más rentable económicamente haber comprado un coche eléctrico.
Un 40% de españoles que pagaron más de 30.000€ por su automóvil en 2017 podían haberse permitido uno eléctrico, un coche con futuro
En cuanto a la autonomía y si consideramos que más del 50% de los desplazamientos en automóvil son de menos de 10km, que para desplazamientos de más de 200 km hay opciones más cómodas e incluso más económicas, si no son muchos los pasajeros, como el transporte público, el tren, coche compartido, el otro coche… este factor no es necesariamente determinante.
Y finalmente las redes de recarga, no olvidemos que lo mismo que la Fotovoltaica se ha vuelto ahora una tecnología disruptiva -hasta la llaman “asesina”- que con su rápido abaratamiento y penetración en el mercado propicia la extensión del mallado de las redes eléctricas, el coche eléctrico está entrando en ese proceso y empujando con ello las redes de recarga con lo que cada vez será más económico y cómodo el utilizarlo. Cuanto más tardemos en incorporarnos al cambio más lo retrasaremos y menos nos beneficiaremos nosotros y beneficiaremos a nuestro entorno.
Así que hay que pensar más en el futuro del automóvil para comprar en el presente un coche con futuro y no insistir en 2018 en los errores que cometimos en 2017.
Por supuesto, ayudaría mucho un nuevo Gobierno —algunos hemos perdido toda esperanza en el actual— que se diera cuenta de todo esto y que considerando el peso de la industria automovilística española lanzara una apuesta ambiciosa y “disruptiva” por el vehículo eléctrico, con una fiscalidad e incentivos adecuados, no haciendo caso — como hace el actual— de las cautelas de la Asociación de Fabricantes, ANFAC, que como ha sucedido con UNESA en el tema de generación eléctrica ( con la Fotovoltaica y el Autoconsumo y las renovables en general), hace todo lo posible para retrasar un futuro sostenible para rentabilizar a tope los insostenibles activos existentes.
Necesitamos un Escenario Energético 2030 dentro de la nueva Ley de Cambio Climático y Transición Energética que incluya al menos cinco millones de vehículos eléctricos circulando y con una cuota de matriculación de eléctricos cercana al 60% (en Noruega será ya del 100% en 2025), para llegar al 100% mucho antes de 2040. Sería un desatino no solo ambiental sino también económico y un desastre para el sector no darle una predictibilidad y seguridad suficiente para el cambio y para programar una “transición justa” en materia laboral, con la cual se conseguiría responder a las cautelas sindicales ya que hay oficios que se perderían o verían afectados, aunque se crearían más nuevos empleos y con más futuro.
Fuente: Blog 20 minutos.