Domingo Jiménez Beltrán – Patrono fundador de la Fundación Renovables
El mantra de todos los sectores que tienen que cambiar (energético, eléctrico, automóvil, petroquímica, plásticos, construcción, agrarios…) ante la inexorable descarbonización de la economía para mitigar el Cambio Climático y consiguiente desenergización y desmaterialización de la misma para conseguirlo es siempre el mismo: “Hay que hacer el cambio aunque de forma progresiva”.
No son solo los empresarios los que piden tiempo, también los sindicatos, aunque éstos cada vez aceptan más la transición entendida como “transición justa”, es decir, que se prevea el impacto en el mundo laboral para que el proceso de inevitable pérdida de puestos de trabajo en los sectores que tienen que cambiar se mitigue con el posible trasvase a empleos en los nuevos sectores o, en todo caso, con planes de adaptación y de medidas socioeconómicas para mitigar los impactos.
El desafío es que como decía el propio Papa Francisco en su encíclica “Laudato si”, el recurso más escaso frente al Cambio Climático es el tiempo. No hay tiempo que perder. No solo ambientalmente sino también desde el punto de vista socioeconómico, dados los enormes costes del fenómeno y los beneficios del nuevo orden económico, que permiten decir que esta Transición Ecológica de la economía es oportuna y urgente aunque no hubiera calentamiento global.
La historia ambiental reciente muestra que frente a los desafíos ambientales no tenemos más que lo que se conoce como “falsos negativos”, o lo que es lo mismo, que a base de negar la evidencia, de minimizarla o de ralentizar las respuestas acudiendo a una interesada cautela, siempre hemos llegado demasiado tarde.
Quien no lo crea que repase los dos sesudos y bien documentados informes de la Agencia Europea del Medio Ambiente, AEMA, del año 2000 y 2013 “Lecciones tardías de alertas tempranas“ (1) donde se muestra y demuestra que llegamos demasiado tarde en temas como el amianto (casi cien años tarde), la destrucción de la capa de ozono, el plomo en la gasolina, el mercurio (enfermedad de Minamata), el insecticida DDT o Dicloro difenil tricloroetano (50 años después de “La Primavera Silenciosa” de R. Carlson).
Actualmente estamos no solo repitiendo sino magnificando la historia en el caso del Cambio Climático (ya lo predijo, y con suficiente precisión, el Premio Nobel de Química en 1903 Svante A. Arrhenius hace más de cien años) que, además, a diferencia de casos anteriores, tiene ventajosas respuestas para su mitigación incluso desde el punto de vista socioeconómico.
Las partes interesadas se resisten y piden a que el cambio sea lento para que sus intereses no se vean afectados, sus activos no se devalúen y les dé tiempo a pasar a situaciones dominantes en el nuevo escenario.
Una vez más, estamos en un proceso de cambio urgente, inexorable y ventajoso. Una vez más, las partes interesadas se resisten y piden a que el cambio sea lento para que sus intereses no se vean afectados, sus activos no se devalúen y les dé tiempo a pasar a situaciones dominantes en el nuevo escenario.
Una vez más, y esta vez tasado en el tiempo, ya llegamos tarde. La temperatura media global no debe aumentar más de 1,5ºC al final del siglo, cuando ya hemos superado ampliamente el 1ºC en incremento y la tendencia es a superar los 3-3,5ºC al final del siglo, sabiendo que un incremento de 4ºC es equivalente a una glaciación a la inversa, o sea, estamos, como dicen un grupo de científicos de EEUU, ante una “big shit”.
Hace unos días pude apreciar en el aeropuerto de Bruselas la campaña que la gran empresa petrolera estatal noruega StatOil (principal aprovisionadora del mayor fondo soberano del mundo que curiosamente restringe fuertemente sus inversiones en activos fósiles) ha iniciado para reposicionarse frente a la inexorable mengua de la economía fósil y sus activos tóxicos.
Su anuncio en grandes letras en el túnel de embarque decía: ”Última llamada para StatOil. Equinor parte hacia el futuro. StatOil cambia su nombre a Equinor”. No requiere explicación de lo que claramente es un reposicionamiento hacia el futuro para el que solo pide un tiempo que no tenemos.
Tiempo que también piden muchos de los Estados Miembros de la UE, haciéndose eco de los intereses de las grandes empresas de la economía, al frenar las exigencias del Parlamento Europeo en cuanto a objetivos más ambiciosos para 2030 del llamado Paquete de Invierno en materia de Cambio Climático y Energía.
En Bruselas tuve ocasión de hablar recientemente con miembros del Parlamento Europeo y en particular con la que fuera ministra de Medio Ambiente Finlandesa, Sirpa PietikaInen, sobre estas situaciones de urgencia de cambio y el recurso a “medidas disruptivas”, que inexorablemente forman parte del cambio y que tiene la virtud de provocar el cambio de forma rápida/rupturista, aunque exigen mucho coraje, responsabilidad política, pedagogía y el mayor apoyo social posible.
Para Pietikainen un caso ejemplar fue el del tabaco. Después de años de programa antitabaco, prohibición de la publicidad (que fue ya muy contestada por la prensa, incluyendo un gran medio español, que amenazaba en Bruselas con el fin de la prensa escrita debido a los ingresos que perderían si faltaba esta publicidad), etc. fue la prohibición generalizada de fumar en lugares públicos o incluso cerca de los mismos, en centros de trabajo o en los automóviles, la medida disruptiva que permitió un cambio relevante y sin ninguno de los efectos colaterales, que como el de la desaparición de la hostelería, se auspiciaban, sino todo lo contrario, ya que nunca había sido tan placentero ir a bares y restaurantes, ni tan buen negocio.
La lista de medidas rupturistas para acelerar obligadamente el cambio, para empezar a vivir y disfrutar ya de la Transición Ecológica de la economía sin tener que esperar a los grandes proyectos normativos de los que inexorablemente forman parte pero que no nos pueden retrasar es tan amplia como prometedora y solo requiere diálogo social y responsabilidad, propósito y coraje político.
La lista de medidas rupturistas para acelerar obligadamente el cambio, para empezar a vivir y disfrutar ya de la Transición Ecológica de la economía sin tener que esperar a los grandes proyectos normativos de los que inexorablemente forman parte pero que no nos pueden retrasar (llevamos diez años esperando el prometido escenario energético 2030 y ya se hace larga la espera para la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que puede reducirse por el obligado Plan integrado de Cambio Climático y Energía para la Comisión a finales de año) es tan amplia como prometedora y solo requiere diálogo social y responsabilidad, propósito y coraje político.
Mencionaré solo cuatro a modo de incentivo para establecer una lista abierta que acompañe, para acelerarla, a la Transición Ecológica de la economía española, conformando un verdadero “plan de choque” como propone la Ministra del ramo Teresa Ribera.
–Para acelerar el cambio del modelo energético como vector de cambio de la Transición Ecológica:
A la espera de una Ley de Cambio Climático y Transición Energética que incluya objetivos más ambiciosos que los de la UE para 2030, que sería una medida disruptiva en sí misma:
1.- Generalización del autoconsumo eléctrico con balance neto. Modificar la normativa española para maximizarlo y no limitarlo, como ahora, y promover la armonización a nivel UE, pudiendo llegar a 16 000 Mw instalados en 2030 (2) en España, lo que no solo contribuiría a generalizar rápidamente las renovables en generación distribuida sino también al empoderamiento de los ciudadanos y PYMEs que, además, no requerirían incentivos, solo que no se pusieran obstáculos.
2- Comercialización solo de vehículos limpios, eléctricos fundamentalmente, a partir de 2030 o incluso antes con objetivos intermedios. Con fuertes incentivos (que podrían provenir de impuestos a los carburantes fósiles y decreciendo con su desaparición) para los vehículos eléctricos y red de recarga siguiendo ejemplos como el de Noruega.
3- Un Plan ambicioso de rehabilitación de viviendas existentes en clave energética y de habitabilidad. Con incentivos sobre todo fiscales y financieros para rehabilitar anualmente, hasta 2030 y mas allá, más de un 2% del parque de viviendas existentes (como pedido por la Comisión en su Hoja de Ruta 2050 para uso eficiente de recursos (2)), más de medio millón al año, priorizando las más deficitarias (3). Se potenciaría con una moratoria de diez años para nuevo suelo urbanizable.
–Para la necesaria desmaterialización de la economía, hacia el “residuo cero”, clave para la Transición Ecológica:
4– Introducción de Sistema de Depósito en las cadenas de generación de residuos para asegurar su retorno a la cadena de producción y, cuando sea posible, su reutilización.
La sola introducción de un depósito cuando se adquiere un producto de cuyo uso se va a derivar un residuo al final de su vida útil o un residuo en consumo hace que el residuo, definido como algo que su poseedor destina al abandono ya no lo sea al tener un precio y convertirse en un recurso.
Este sistema puede ir desde un depósito para los envases de bebidas hasta para los escombros de una obra pasando por los teléfonos móviles.
Con recuperación del depósito en el caso de los envases al devolver el casco, como hacíamos en su tiempo con “la casera” y como ya se hace con gran éxito en reutilización y reciclado en muchos países (hasta del 98% en Alemania) (4)
La sola aprobación de la reciente propuesta (28 de Mayo) de Directiva de la Comisión Europea para reducir el plástico en los envases alimentarios de un solo uso, con el objetivo de superar el 90% en su reciclado antes de 2025, no podría cumplirse en el caso de envases de bebidas sin recurrir a sistemas de depósito, lo que muestra la virtud y capacidad disruptiva de “obligaciones de medios” frente a obligaciones de resultados difíciles de controlar.
Ante la dilación en la acción forzada por los intereses sectoriales y secundada por la lentitud de los grandes proyectos legislativos pidamos la disrupción
Depósito que cuando hay demoliciones en un edificio se paga al obtener la licencia de obra según el escombro que se prevé y que se recupera al entregarlo en los centros de reciclado previstos (caso de Dinamarca entre muchos otros).
En el caso de los teléfonos móviles, de los que todos tenemos unos cuantos acumulados en casa, que son verdaderas minas de metales preciados y raros, se pueden depositar en máquinas sofisticadas que no solo devuelven el depósito sino algo más si el aparato se comprueba como reutilizable y no solo reciclable.
De hecho hay pocos residuos de productos de consumo no consumibles que no puedan ser sometidos a sistemas de depósito (5) y con ello hacer realidad el “residuo cero” y la economía circular auspiciada por la Comisión Europea (6).
Ante la dilación en la acción forzada por los intereses sectoriales y secundada por la lentitud de los grandes proyectos legislativos pidamos la disrupción, pidamos ya desde la sociedad civil medidas que inexorablemente forman parte del futuro, que son deseables y viables ya y aceleradoras de un cambio ilusionante.
(1) https://www.eea.europa.eu/publications/late-lessons-2
(3) https://fundacionrenovables.org/documento/hacia-una-transicion-energetica-sostenible/
(4) http://www.retorna.org/es/
(5) https://reloopplatform.eu/
(6) https://ec.europa.eu/commission/priorities/jobs-growth-and-investment/towards-circular-economy_es
Fuente: Blog 20 minutos.