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El pequeño gran poder de los ciudadanos y de las ciudades en el ámbito energético

Domingo Jiménez Beltrán – Patrono fundador de la Fundación Renovables

El futuro empieza a estar en nuestras manos si nos organizamos y empoderamos con energía.

Disponemos de tecnologías energéticas y a precios cada vez más asequibles  en un sistema energético  cada vez más electrificado. En España, según la reciente propuesta de la Fundación Renovables, para el escenario energético español en la próxima década, horizonte 2030, se puede duplicar la electrificación de la energía final consumida que en el caso de los hogares puede ser  del 100%. Podemos reducir nuestro consumo residencial de energía eléctrica y cubrir este menor consumo con electricidad de fuentes renovables implantadas en nuestro entorno cercano y funcionando en régimen de balance neto o autosuficiencia conectada. Disponemos de Instalaciones de renovables, solar fotovoltaica con o sin baterías, que se pueden implantar en nuestro hogar, edificios comunales o en el entorno cercano, barrio, ciudad, municipio y con múltiples variantes en cuanto a la propiedad: privada, compartida, mancomunada, municipal … o sea nuestras, como “prosumidores” o de alguna forma nuestras en común como “prosumidores” cooperativos.

Son instalaciones con las que conseguimos cubrir nuestras necesidades de forma autónoma (en “autosuficiencia” o también llamado “en isla”), o conectados a red, en autoconsumo con balance neto, intercambiando excedentes con la red, o “autosuficiencia conectada” que es quizás el esquema más plausible y que puede aplicarse a todas las escalas, desde una vivienda hasta toda una ciudad que puede municipalizar la red de distribución (como ya lo han hecho bastantes ciudades europeas).

Esto ya es posible y a precios del kWh sensiblemente inferiores a los que pagamos a las comercializadoras eléctricas, tanto en régimen de autosuficiencia (ver “corta los cables” de la  Fundación Desarrollo Sostenible) como en el de “autosuficiencia conectada”  aunque en este último caso, en el estado actual de la normativa española (RD 900/2015), claramente restrictiva, es más costoso y complicado, desde el punto de vista de tramitación, que lo que debiera y de gestión, cuando se quiere funcionar con conexión a red y esta red no es mancomunada o municipal que en el caso español es la norma.

A este cambio en el acceso del ciudadano a la generación de energía eléctrica y a cubrir sus propias necesidades domésticas, hay que unir también la posibilidad de hacer un doblete y cubrir también las necesidades energéticas en materia de movilidad con el acceso al vehículo eléctrico -VE-,  cada vez más viable económicamente (más del 40% de los vehículos vendidos en España en 2017 costaron más de 30.000 € que es el coste de un VE de gama media) y en términos de autonomía (más de 300 km, muy favorecido por nuevas baterías de mayor capacidad y duración empezando por las de litio). El consumo para un recorrido medio de 12.000 km al año añadiría un consumo de unos 1.200 kWh. lo que incrementaría simplemente en un tercio lo que ahora consume un hogar medio al año que se mantendría aún con el aumento de la electrificación por la mayor eficiencia.

A este cambio en el acceso del ciudadano a la generación de energía eléctrica y a cubrir sus propias necesidades domésticas, hay que unir también la posibilidad de hacer un doblete y cubrir también las necesidades energéticas en materia de movilidad con el acceso al vehículo eléctrico.

El VE cambia la situación, ya que a la posibilidad de cargar el vehículo con excedentes del hogar se une la posibilidad de utilizar también las baterías del vehículo, que suelen acumular unos 30-40 kWh (para unos 300 km de autonomía) y creciendo, para suministrar energía a los hogares o incluso devolver a la red en las debidas condiciones con lo que la gestionabilidad de estos sistemas, sean de autosuficiencia conectada o no, mejora sensiblemente y en teoría se puede llegar a la autosuficiencia en usos residenciales y movilidad siempre que las necesidades se controlen (principio de suficiencia junto al de eficiencia).

Hasta aquí hemos hablado de las nuevas posibilidades de empoderamiento energético del ciudadano debido fundamentalmente a la entrada de tecnologías disruptivas, la de la energía fotovoltaica y la de las baterías de litio-vehículos eléctricos y sus sinergias bajo el concepto disruptivo de autosuficiencia conectada.

¿Qué es lo que limita la generalización de este doblete, de este empoderamiento de los ciudadanos, a favor de la sostenibilidad del sistema energético, de la movilidad y de las ciudades además de la habitabilidad de las viviendas, de la calidad del aire, y finalmente de una mitigación sustancial del Cambio Climático? Pues lo limitan los “cortoplacistas” intereses existentes:

  • Por un lado, de las empresas eléctricas y energéticas, pretendiendo retrasar las renovables y el autoconsumo para rentabilizar al máximo sus instalaciones de generación convencional y en general sus inversiones ligadas a los combustibles fósiles.
  • Por otro, la propia industria del automóvil a la que, en este caso, en España en particular, se unen también bastantes fuerzas sindicales pidiendo cautela ante la penetración rápida del vehículo eléctrico, ya que afecta a la poderosa industria española del automóvil con motor de combustión, sin planes de reconversión, ni siquiera a medio plazo que se sepa, y víctima probablemente de su dependencia de casas matrices extranjeras.

Y lo limita el que el Gobierno confundiendo una vez más los intereses sectoriales con los generales:

  • No solo no promueve, sino que ralentiza normativamente el autoconsumo (gravándolo -impuesto al sol- y no regulando el pago de los excedentes) y en general la generación distribuida con renovables, con el resultado de que en España la fotovoltaica en general representa la octava parte en potencia instalada que Alemania.
  • No prima diferencialmente el VE, aunque sea por pura internalización de costes sobre los convencionales por vía impositiva (matriculación, circulación, carburantes…) y de beneficios con incentivos suficientes para él VE, además de extender normativamente la red de recarga, con el resultado de que en España en 2017 menos del 1% de los vehículos matriculados fueron VE mientras que en Noruega fueron más de la mitad.

La buena noticia es que estas limitaciones tienen los meses contados ya que hay otro pequeño gran poder que irrumpe en el escenario energético junto a los ciudadanos que son las ciudades, que de ser grandes consumidoras de energía y emisoras de gases de efecto invernadero pretenden “renovarse con energía” y convertirse en ciudades sostenibles energéticamente y tendentes a la autosuficiencia energética conectada y “ciudades emisiones cero”  convirtiéndose en verdaderos agentes del cambio y un contra-poder frente a los oligopolios eléctrico y energético y de poder regulador frente  a la resistencia al cambio del sector automovilístico.

La buena noticia es que estas limitaciones tienen los meses contados ya que hay otro pequeño gran poder que irrumpe en el escenario energético junto a los ciudadanos que son las ciudades, que de ser grandes consumidoras de energía y emisoras de gases de efecto invernadero pretenden “renovarse con energía”.

El ejemplo lo tenemos en ciudades como Copenhague que pretende alcanzar su neutralidad en carbono, “Copenhague Emisiones Cero”, ya en 2025 en autosuficiencia eléctrica conectada contando con su entorno cercano, o ciudades alemanas que han empezado por municipalizar o remunicipalizar la red urbana de distribución eléctrica como primer paso para operadores eléctricos municipales y en el futuro posible generación centralizada o distribuida, con renovables  y distribución de electricidad como servicio público municipal.

El poder de iniciativa y la capacidad de las ciudades en materia de autosuficiencia eléctrica es indudable y más en el caso español, dado el espacio de que disponen la mayoría de los municipios en tejado y suelo y el mayor potencial de la FV por nuestra mayor radiación solar (superior en más de un 60% a la de Alemania). En la CA de Murcia en sus 14,2 km2 de tejados se pueden instalar los casi 1000 MW para producir toda a electricidad de uso residencial. En Madrid, el Ayuntamiento de la capital no solo puede reducir el consumo energético de sus más de 1000 edificios, escuelas incluidas, a la mitad y en gran parte electrificarlo, sino que puede llegar a ser autosuficiente eléctricamente en balance neto con solo implantar instalaciones fotovoltaicas en sus cubiertas y pérgolas en espacios cercanos.

Con estas iniciativas de las ciudades, que incorporan y facilitan las iniciativas de los ciudadanos, se puede romper en el caso español la inercia del Gobierno y la resistencia de las empresas a la generación distribuida y el autoconsumo y conformar como propone la Fundación Renovables en su documento“Ciudades con Futuro.

A esta capacidad de las ciudades para consumir menos energía y generar la electricidad que consumen hay que añadir la de regular la circulación de vehículos pudiendo llegara a prohibir en ciertas zonas la circulación de todos los vehículos con motor de combustión empezando por los diésel apelando a la necesidad de atajar la grave contaminación urbana y salvaguardar la salud de los ciudadanos.

A esta capacidad de las ciudades para consumir menos energía y generar la electricidad que consumen hay que añadir la de regular la circulación de vehículos pudiendo llegara a prohibir en ciertas zonas la circulación.

Hace solo unas semanas y ante la proliferación de denuncias de ciudadanos poseedores en particular de vehículos diésel, perfectamente legales y homologados,  los tribunales de justicia alemanes han sentenciado a favor de los Ayuntamientos alemanes que han prohibido su circulación en ciertas zonas,  aplicando así la jurisprudencia comunitaria que permite a los estados miembros dictar medidas más estrictas en materia ambiental ante riesgos graves para la salud o el medio ambiente siempre que dichas medidas sean proporcionadas y no discriminatorias como lo es el caso que nos ocupa.

Esto abre un espacio significativo a la capacidad de los Ayuntamientos para actuar en materia energética y en particular en lo referente a circulación de vehículos en las ciudades como ya lo están haciendo las “Ciudades Libres de Coches”. Hamburgo se propone conseguirlo antes de 2034 dejando más del 40% del espacio libre en absoluto de coches, reverdeciendo algunas de las autovías urbanas, como paseos urbanos… y con acceso muy regulado y restringido el tráfico rodado privado en el resto primando el VE.

Las ciudades españolas ni pueden ni deben esperar a que el Gobierno español haga lo mismo que el noruego, prohibir la entrada en el mercado de vehículos convencionales, podíamos decir otros que los VE, en 2025, y pueden regular perfectamente qué vehículos y en qué zonas se admiten apelando a la salud y calidad de vida de sus ciudadanos.

Las Agendas Urbanas que los partidos políticos preparen cara a las elecciones Municipales y Autonómicas de mayo 2019 deberían tener en cuenta estos pequeños grandes poderes y capacidades que los ciudadanos y las ciudades tienen para romper la inercia existente y no someterse a la no política energética española actual ni a las cautelosas Transiciones Energéticas que promete el Gobierno y que pueden incluso atraer a partidos de la oposición.

Las Agendas Urbanas que los partidos políticos preparen cara a las elecciones Municipales y Autonómicas de mayo 2019 deberían tener en cuenta estos pequeños grandes poderes y capacidades que los ciudadanos y las ciudades.

Las Agendas Urbanas deben forzar/exigir objetivos más ambiciosos de dichas Transiciones en particular en materia de racionalización de la demanda energética, aunque también de optimización de la oferta y de su integración en la ciudad con en el autoconsumo y la autosuficiencia eléctrica conectada a todos los niveles.

Si las ciudades y los ciudadanos cambian con energía todo cambia, son el pequeño gran poder para el cambio.

Fuente: Blog 20 minutos.

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