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«España podría liderar la tercera revolución industrial»

Entrevista a

DOMINGO JIMÉNEZ BELTRÁN

Asesor del Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE)

Para Domingo Jiménez Beltrán no hay duda: el futuro energético está en las fuentes renovables de energía. A sus detractores por los costes les plantea el siguiente escenario: “Si la energía renovable te parece cara, prueba el coste de la no renovable”

 

¿Qué debemos entender por sostenibilidad energética?
El uso eficaz (para lo necesario) y eficiente (en la cantidad mínima para cada uso necesario) de los recursos energéticos disponibles, en lo posible de fuentes renovables de energía (EFR) y todo ello con la menor degradación ambiental. En términos sencillos, se trata de separar el deseable incremento de calidad de vida para una mayoría creciente de los ciudadanos del uso de recursos energéticos que conlleva degradaciones ambientales, con la necesaria disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero (EGEI), ahora prioritaria por el cambio climático (CC).
Todos sabemos que el cambio climático no ha hecho más que cargarnos de razón para hacer, y ahora de forma más urgente y ambiciosa, lo que en cualquier caso teníamos que hacer, que es establecer sistemas energéticos más sostenibles.

¿Podemos hablar de un plan energético español?
No, absolutamente no, si lo entendemos como una planificación a medio y largo plazo.
Las sinergias del sistema energético exigen plantear escenarios tendenciales y deseables a corto, año 2020, medio, 2030 (como proyecta la Agencia Internacional de Energía) e incluso largo plazo, 2050, como contemplan los países más avanzados. Estos se plantean (el último Dinamarca, sumándose a Suecia, Portugal y Alemania) sistemas energéticos sostenibles, con emisiones de gases de efecto invernadero (EGEI) prácticamente nulas, lo que responde al objetivo de su reducción en más de un 80% en el 2050, para satisfacer el acuerdo de no superar en dos grados centígrados el incremento de temperatura media global del planeta.

¿Sobre qué bases debería elaborarse la planificación estratégica de la energía en España?
En primer lugar, hay que reconocer que en nuestro país no se ha hecho una planificación estratégica de la energía.
España no hizo ni la primera revolución industrial, apoyada en el carbón, ni la segunda, basada en el petróleo. Pero nuestro país, como aboga Jeremy Rifkins, podría liderar, la tercera revolución industrial, o eso pensábamos hasta hace  dos años, cuando éramos el ejemplo, por razones coyunturales, de lo que había que hacer en energías de fuentes renovables, como reconoció el propio Obama al llegar al poder. Estamos ante una opción estratégica con efectos a corto y largo plazo cuyas claves hay que identificar para anticipar y apostar por los escenarios con futuro en materia de energía.

Y la pregunta es: ¿por qué escenario apostamos, cuya transición empezamos a construir desde ahora? Si no respondemos a esta pregunta, otros nos darán la respuesta y perderemos también nuestro lugar en esta tercera revolución industrial.

La cuestión radica en diseñar la hoja de ruta hacia el 2050, en la que el año 2030, el más estudiado, es clave y va a servir probablemente de referencia para el debate post Kioto, con independencia de que también se fijen objetivos para 2020 en EGEI. Y 2030 es clave porque en ese año deberán producirse las reducciones drásticas de gases de efecto invernadero, de cara al escenario “descarbonizado” de 2050.

Dada la situación existente con los combustibles fósiles, ¿cuáles serán las fuentes de energía del futuro?
Si el compromiso es lograr un sistema energético sostenible antes de 2050, hay que reconocer que, de las tres fuentes de aprovisionamiento masivo de energía en estas cuatro décadas: el carbón, la energía nuclear y las EFR, solo estas últimas reúnen los requisitos para ser denominadas “sostenibles”. En su “haber” incluyen la mitigación drástica del cambio climático, así como la reducción de las llamadas emisiones de gases de efecto invernadero.

¿Cuál es el mayor potencial energético en España?
El mayor potencial sigue siendo la racionalización de la demanda energética, el ahorro y la eficiencia energética, dada la ineficiencia actual del modelo económico español, en particular en los llamados sectores difusos, como es el residencial. En este sector no solo se podrían conseguir reducciones del consumo energético superiores al 80%, sino incluso lograr que los nuevos edificios que se construyen sean productores netos de energía, como ya sucede en Austria, Alemania y Dinamarca. La organización de nuestras ciudades es el sumidero actualmente de más del 80% de nuestra energía (un tercio en el sector residencial) y en su reducción está el mayor potencial energético, como muestra la experiencia en curso en Rivas-Vaciamadrid, con planes para emisiones cero, o cercanas, en 2030.

En qué sentido debemos entender que las EFR son la pieza clave para lograr un sistema energético sostenible?
Dado que no tenemos otra opción ante la crisis ambiental, energética y económica, nos vemos obligados a recurrir a ellas, puesto que por el momento son la única fuente de energía sostenible y por tanto compatible con un modelo de desarrollo de futuro y con una globalización sostenible.

Por otro lado, las EFR pueden aportar la mayor parte de la energía necesaria para el mundo en el futuro, dentro de un esquema de contracción de la demanda energética en los países desarrollados y de convergencia con las necesidades en los países emergentes y en vías de desarrollo. Tecnológicamente, las EFR son viables y lo serán cada vez más desde un punto de vista económico, si se mantienen y destinan recursos suficientes en I+D+i y siguen aumentando los costes de las no renovables. Dado que el mercado es creciente para las EFR, por el gran margen que hay para la innovación, sólo hay que creérselo y plantear escenarios de futuro que ofrezcan predictibilidad a las empresas y en general a los productores de EFR, que podemos ser la mayoría (“el sol sale para todos”), para poder entrar en inversiones a medio y largo plazo aunque con efectos inmediatos.

 

Los retrasos que pueda haber en el establecimiento de acuerdos globales legalmente vinculantes sólo servirán para incrementar las ventajas de los países y empresas pioneros en estos sectores, como ya ha sido el caso de algunos países de la Unión Europea (Alemania, España, Dinamarca), que obtuvieron ventajas competitivas con respecto a Estados Unidos por haberse obligado con Kioto.

¿Qué coste tienen las energías renovables?
Mientras el coste de las EFR disminuye a pasos agigantados el de las no renovables, sean de origen fósil o nuclear, no hace más que aumentar. La eólica ya ha alcanzado prácticamente la paridad de red en diez años de desarrollo, y la energía solar fotovoltaica (FV), la más cara, ha disminuido sus costes a la mitad en menos de cinco años, y se espera que, al menos en España, alcance la paridad de red en otros cinco.

Con respecto a este tema yo traigo a colación la siguiente frase: “Si la energía renovable te parece cara, prueba el coste de la no renovable”. Y, si no sabes la respuesta, pregúntaselo a Nicholas Stern, economista y académico conocido por avalar con un informe que “no luchar contra el cambio climático será muchísimo más costoso que combatirlo”, o consulta los informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC).

¿Son el gran lastre económico para el sistema? Según Carmen Becerril, directora de Acciona Energía, “la penetración de las energías renovables –al contrario que las basadas en combustibles fósiles– están reduciendo los costes del sistema, al actuar como factor depresor de los precios mayoritarios de la electricidad, mediante el desplazamiento de las tecnologías, más caras, que emplean combustibles fósiles”. Aunque las primas del Régimen Especial crecieron de 3.500 M€ en 2008, hasta 6.200 M€ en 2009, el coste total del sistema eléctrico paso de 32.000 M€ en 2008 a 27.000 M€ en 2009, con un precio medio del mercado eléctrico de 3,7 c€/kWh, frente a los 6,4 c€/kWh en 2008. ¿Interesante no? Lo que muestra, según Carmen Becerril, que “los costes del sistema eléctrico español se ven más condicionados por otros factores que no son los incentivos a las renovables”.

A la vista de lo expuesto, ¿no es disonante el debate de estos últimos meses en el que las EFR parecen ser víctimas de su propio éxito, acusándolas de un desarrollo demasiado rápido y desproporcionado, y sobre todo de lastrar el sector energético y los costes de la electricidad?
Desde luego es disonante con el camino que le queda a las EFR en España, como obligación y necesidad, y sobre todo como oportunidad, si tenemos en cuenta el potencial español en EFR y que, como negocio, ha pasado de unos 20.000 M$ en 2004 a unos 200.000 M$ en 2008, que, según los datos del New Energy Finance 2008, se triplicará en la próxima década.

Alemania, con mucho menos sol que España, con la mitad de eficiencia de sus paneles de energía solar fotovoltaica (FV) que los colocados en España, tiene la mayor potencia FV instalada, con 15.740 MW previstos para finales de 2010 (frente a los 4.600 MW en España, incluyendo la solar de concentración) y está en un proceso de crecimiento apabullante, con 51.750MW previstos para 2020 (frente a los 13.450 en España, incluyendo la solar de concentración).

El Consejo Asesor de Medio Ambiente alemán ultima un informe en el que se plantea como viable conseguir en 2050 que toda la producción de energía eléctrica, unos 600 TWh, sea renovable con un coste medio de 10 c€/kWh. La producción de renovables fue en 2009 de 150 TWh en Alemania mientras que España fue de unos 75 TWh.

¿Qué áreas relacionadas con los temas energéticos podrían ser objeto de planteamientos que integraran los intereses de la industria y la investigación?
Entre los sectores clásicos relacionados con la eficiencia energética que requieren mayores recursos en I+D, y sobre todo en innovación, y que contempla las necesidades empresariales y de la sociedad, estarían la construcción, la agricultura e industria agroalimentaria, el transporte y el sector energético en general.

Por otra parte, hay que incidir sobre la necesidad de fomentar la I+D+i en fuentes renovables de energía con fondos públicos y potenciar la inversión privada, como ya hace, por ejemplo, Dinamarca en el campo de la energía eólica. Según el informe reciente de la Oficina de Patentes ha habido un incremento espectacular, en 2009 del 51% con respecto a 2008, de peticiones de patentes referentes a energía eólica, y más de las tres cuartas partes provienen de Dinamarca, Alemania y EEUU, no estando España entre los países que capitalizan la I+D+i, ni siquiera en un sector en el que ahora es líder. Preocupante, ¿no?

Por último, podríamos citar, aunque de pasada, como sectores emergentes de gran interés desde la perspectiva energética, la química verde y la biotecnología, que están sustituyendo progresivamente las materias primas y combustibles fósiles no renovables por materias primas orgánicas renovables.

Fuente: Fundación General del CSIC. LYCHNOS

 


Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE)

El Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE) es un organismo independiente, constituido el 28 de febrero de 2005, fruto de un convenio de colaboración entre el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, la Fundación Biodiversidad y la Fundación General de la Universidad de Alcalá.

Su misión es estimular el cambio social hacia la sostenibilidad mediante la aportación de la mejor información disponible, y ponerla a disposición de la sociedad, de los procesos de toma de decisiones y de participación pública.

Las funciones del OSE se concretan en:
Seguimiento integrado de la sostenibilidad del desarrollo.

  • Apoyo a procesos de toma de decisiones y participación pública.
  • Desarrollo de capacidades de conocimiento.
  • Información sobre los procesos de sostenibilidad.
  • Documentación y divulgación de resultados de la investigación científica.

Perfil: Domingo Jiménez Beltrán

Ingeniero Industrial, ha desarrollado su trabajo profesional en el campo de la protección del medio ambiente, la gestión de recursos naturales y el desarrollo sostenible, tanto en empresas privadas como en la Administración pública.
Dirigió la Agencia Europea de Medio Ambiente desde 1994 hasta 2002. Muy unido desde siempre al proceso de unificación europea, fue el representante español de Medio Ambiente durante 1986 y 1987, y en su andadura por la Administración central ocupó el cargo de director general de Política Ambiental en el Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente (MOPTMA) entre 1991 y 1994.

En Abril de 2004 se incorpora como asesor en temas de desarrollo sostenible y medio ambiente en la Oficina Económica del Presidente del Gobierno. Actualmente es Asesor del Observatorio de la Sostenibilidad en España, organismo autónomo cuya misión es analizar los procesos de desarrollo sostenible y estimular el cambio social hacia la sostenibilidad. Recibió el Premio Extraordinario de Medio Ambiente 2007 del Ministerio de Medio Ambiente en reconocimiento a su labor.

 

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