EnergyNews ha entrevistado a Domingo Jiménez Beltrán, asesor del Observatorio de la Sostenibilidad en España y presidente de la Fundación Renovables. Responde con paciencia, la misma que ha tenido todos los años que lleva luchando por cambiar el modelo energético, tal y como reconoce en esta entrevista, y con el conocimiento de un hombre que ha sido Director de la Agencia Europea de Medio Ambiente desde 1994 hasta 2002 y con importantes cargos en la administración pública, siempre en el ámbito ambiental. Su mirada, clara como sus respuestas, muestra aplomo y convicción.
Lleva años llamando la atención sobre la necesidad de reducir el consumo de energía, disminuir las emisiones, acudir a las renovables… Y ahora parece que todos los foros europeos e internacionales están enfocados a estos temas y un ejemplo es el Acuerdo de París.
Sí, esto lo que demuestra es que en todo lo relacionado con lo ambiental la constancia es capital. Hay que insistir mucho. Hay cosas que son inexorables, finalmente ocurren. Es decir, siempre sabemos lo que pasa y lo que va a pasar e incluso sabemos lo que hay que hacer para prevenir y, sobretodo, para reparar y actuar.
Entonces ¿Qué ha fallado?
Pues lo que ocurre es que no estamos organizados. La crisis no es de recursos la crisis es de gestión. La crisis no es de sostenibilidad, aunque sí hay una insostenibilidad total de gobernabilidad y gobernanza. Lo prueba el hecho de que no es más rico el país que más recursos tiene sino el que mejor los gestione. Ahí tenemos Venezuela y Dinamarca, un país con recursos y otro con menos ¿Cuál está mejor? El que gestiona mejor los que tiene. Luego todo esto es evidente. Entonces lo que pasa es que el sistema de mercado no funciona para la sostenibilidad.
¿En qué sentido?
No funciona porque no internacionaliza los costes. Tampoco funciona porque las subvenciones van a los sitios equivocados. Hoy están subvencionados los combustibles fósiles en casi 500.000 millones de dólares, mientras que la financiación de las renovables son 100.000 millones. Es un disparate total. Ni el mercado trabaja para la sostenibilidad ni tampoco el sistema fiscal: a nivel europeo el transporte tiene una repercusión en externalidad del 7% del PIB y, sin embargo, soporta una fiscalidad del 2%. En fin, el marco general no apoya la
El cambio climático nos ha cargado de razón para cambiar el modelo de producción y consumo de energía
sostenibilidad. Ahora se está produciendo un cambio importantísimo que viene del cambio climático. Como decía ya hace años Greenpeace es «climax para el cambio». Nos ha cargado de razón para hacer lo que en cualquier caso había que hacer que es cambiar de modelo productivo y de consumo y, en general, el cambio de nuestras políticas y de las formas de hacer política.
¿Hay entonces un antes y un después a partir de la celebración de la COP 21 y el Acuerdo de París?
Lo que ha ocurrido en París es que el cambio climático ha pasado de una posición reactiva a una proactiva. No es que haya que reducir emisiones, es que hay que cambiar el modelo de producción y consumo energético aunque no hubiera cambio climático ¿Por qué? Porqué hay un sistema mejor. Hay un alternativa, que son las renovables, que no tienen los impactos sobre la salud ni ambientales que tienen los combustibles fósiles y que, además, son autóctonas, susceptibles de generación distribuida y accesibles mediante el autoconsumo. Es decir, de repente aparece un opción que quita el poder a los sectores económicos, en particular al energético y al eléctrico, muy concentrados y que son poderes fácticos, porque en España nunca ha mandado el ministro de industria y energía, haya sido socialista o popular. Ha mandado UNESA y, en particular, las compañías más fuertes como puede ser la del señor Galán, Iberdrola.
En España nunca ha mandado el ministro de industria y energía, haya sido socialista o popular. Ha mandado UNESA
Asimismo, la opción renovable lleva consigo un empoderamiento de la sociedad que puede decidir si produce en su casa energía. Es decir, hay un cambio de paradigma y en París se produce este cambio porque los bancos hablan de él y las entidades financieras empiezan a ver que si se pone un límite a las emisiones se devalúan los activos fósiles. Ahora la inversión en renovables es superior a la que hacen en combustibles fósiles y se ha producido un descuento tremendo de los activos de éstos: el índice global del carbón baja un 70% en tres años. Y lo que es muy importante: esta tendencia a la desinversión no ha variado a pesar del bajar el precio del crudo.
Sin embargo, parece que el cambio va más lento de los que desearían sus defensores...
Estamos ante un momento impresionante que sólo está desacelerado por la resistencia de las grandes empresas a cambiar, porque tienen activos que hoy están descontados que se pueden convertir en activos tóxicos y las grandes empresas eléctricas y energéticas españolas están asustadas. El gran desafío que tenemos hoy es cómo crear una transición que sea lo menos costosa posible, porque va a ser costosa para el sector energético y eléctrico en cuanto a que van a tener que amortizar, antes de lo que pensaban, sus activos.
El gran desafío que tenemos hoy es cómo crear una transición que sea lo menos costosa posible, que no nos trasladen los costes a nosotros y que no tengamos que descartar el sector energético y eléctrico.
Lo que hace falta es que no nos trasladen los costes a nosotros, que no tengamos que rescatar el sector energético y eléctrico como ha habido que rescatar la banca. Y hace falta también que se genere una alternativa en la cual, si es posible, estos sectores se incorporen. Por ahora están luchando para que no ocurra y en España han luchado tremendamente para que no saliera el Real Decreto de autoconsumo, que ahora han pasado a explotar.
Encauzados estos cambios ¿Hace falta entonces menos valentía política que antes?
Hace falta menos pero todavía hace falta valentía para enfrentarse a los poderes fácticos. Todavía en países como España se confunde el interés empresarial cono los intereses socioeconómicos y los intereses generales. Hace falta coraje porque todavía no hemos arrastrado al imaginario popular que todavía piensa que las renovables son caras, debido a la intoxicación informativa que han sufrido, y no quieren vivir sin su coche y quieren circular por dónde quieran. Todo esto forma parte de una cultura que es difícil de cambiar. La ciudadanía no hace presión sobre el político, no hay una exigencia. De hecho hoy en las campañas políticas todavía no hay una apuesta dura por la fiscalidad ambiental ¿Por qué nadie protesta por las exenciones que hay en el sector de automóvil que es una barbaridad y si se protestaba por las subvenciones a las renovables? ¿Por qué no se cambia todo el sistema y se empieza a priorizar lo que es bueno para el futuro y se desactiva lo que no es bueno, por ejemplo, el vehículo actual y priorizar mucho más el eléctrico? Así que hace falta todavía más liderazgo y arrojo y compromiso político y todos los que estamos en asociaciones tenemos la obligación de informar más y comunicar más con la sociedad, cosa que es difícil porque la intoxicación que hay en la publicidad es brutal. En España tenemos un problema y es que no hay una cultura democrática suficiente como para tener una población informada.
¿Y qué papel desempeñará en todo esto la Unión de la Energía?
Tal y como están las cosas en España, los avances van a venir de la Unión Europea en materia energética. Han venido con los objetivos 2020 y 2030 que, aunque pocos ambiciosos, han sido, por lo menos, una legitimación de la acción, y ahora está la hoja de ruta 2050. Sin embargo, la UE no se está movilizando en la medida requerida para mantener su liderazgo. Este ha sido brutal, tanto que las empresas europeas están en Estados Unidos.
Desde la Fundación Renovables hemos pedido una política energética europea común, con recursos e impuestos comunes
Lo mantuvo porque firmó Kioto y Estados Unidos, no. Era más competitiva porque se había planteado objetivos más ambiciosos. Pero ha llegado un momento en el que ya no vale con plantear unos objetivos si no son ambiciosos y vinculantes, ese es el primer punto. El segundo es comunitarizar la política energética porque Europa ya sabe que ha fracasado la liberalización del mercado eléctrico. Era un utopía que no tenía sentido pero en la que hemos estado entretenidos. Ahora saben que hay regularizar el mercado y hay que hacerlo a nivel europeo. Eso lo ha pedido hasta Iberdrola porque, si no, hay distorsiones importantísimas. Desde la Fundación Renovables hemos pedido una política energética común como la agrícola. Hay que pasar de la PAC a la PEC. Y con recursos e impuestos comunes y que sea una verdadera política que cubra el norte y el sur para evitar esta deseconomía que es que en España está el sol pero se invierte en fotovoltaica en Alemania.
Fuente: Energy news