Domingo Jiménez Beltrán – Patrono fundador de la Fundación Renovables
Es “doctrina Mota”, del humorista, y tiene su aplicación al mundo de la energía con futuro, de la racionalización de la demanda energética con ahorro y eficiencia y de la optimización de la oferta energética con energía eléctrica como energía final, con renovables a tope, generación distribuida, autoconsumo…y alcanzando también al transporte.
¿Qué pasaría si España igualara a algunos países europeos en áreas tan determinantes como la generación eléctrica con renovables o la implantación del vehículo eléctrico? Pues ocurriría que podríamos alcanzar en 2030 – 2040 los objetivos que se proponen desde la Fundación Renovables u otras ONGs que, en general, se consideran utópicos.
Para conseguir en 2030 el objetivo de que el 80% de la generación eléctrica sea de fuentes renovables bastaría que España llegase al nivel actual (en 2016) de Alemania en potencia eólica y fotovoltaica instalada, unos 40 000 MW en cada caso.
Si Alemania puede con menos potencial y razones para hacerlo ¿por qué España no puede? No puede por una simple razón: porque las prioridades del Gobierno y de las empresas energéticas y eléctricas son otras ya que como repetía el exministro del ramo, ni los cambios regulatorios deben afectar a los “intereses del sistema” ni se necesita nueva potencia de generación ante el exceso que tenemos de potencia, aunque sea de la mala en términos ambientales y para el interés general.
Y para conseguir que también en 2030 más del 60% (y en 2040 el 100%) de los vehículos nuevos sean eléctricos o en general “limpios”, o sea, emisiones cero, bastaría con comprometerse desde ya con el vehículo eléctrico como ha hecho Noruega, que va más allá ya y donde en 2025 solo se podrán comercializar dichos vehículos. Y lo mismo acaba de hacer Francia para el horizonte 2040.
Noruega, de hecho, ya va muy avanzada en alcanzar su objetivo ya que en este momento los coches eléctricos matriculados superan al resto y siguen creciendo anualmente. Ya hay casi 140.000 vehículos en circulación en el país, uno por cada 40 habitantes, mientras que en España con una población nueve veces mayor, no llegamos a los 20.000, uno cada 2.400 habitantes.
Si Noruega puede que es productor de petróleo, que no tiene industria del automóvil, que no tiene tan alta contaminación urbana, ¿por qué España, que tiene que importar los carburantes, que tiene una industria automovilística de las más potentes del mundo y una alta contaminación urbana no puede?
No puede porque el sector automovilístico español, aun siendo tan potente, es dependiente del exterior y las multinacionales del sector, por más que generen empleos aquí y contribuyan a nuestras exportaciones, que es todo lo que parece interesar al Gobierno, se siguen quedando con gran parte del valor añadido del negocio y rentabilizando sus inversiones en la “economía fósil” (como el oligopolio energético y eléctrico), incluso con ayudas públicas. Lo paradójico es que tanto Francia como Alemania (un millón de vehículos limpios ya en 2020), países en los que tienen su sede buena parte de las empresas que fabrican en España, ya se han subido al coche eléctrico. ¿Quién los fabricará? ¿Quién piensa en la industria automovilística española del futuro forzosamente productora de vehículos limpios? Este Gobierno parece que no.
Así que no pedimos nada más que igualarnos a otros países que con menos razones, capacidades y necesidades que nosotros están ya en la pomada mientras que nosotros, como suele repetir el Ministro del ramo, tenemos que esperar a que estas tecnologías (las renovables, los coches eléctricos…) “maduren” y que sean otros países los que corran el riesgo de liderar el cambio, la innovación, el mercado… que España ya lo corrió en su incursión en las renovables. ¿Será que están locos estos noruegos, franceses, alemanes, daneses, chinos, indios, californianos… de Guinea Papúa, Samoa o Cabo Verde?
Señor Ministro, no le pido que me lo supere, ¡iguálemelo!
Fuente: Blog 20 minutos.